Nueva evidencia muestra que los tigres dientes de sable pueden haber sido mucho más feroces de lo que se pensaba originalmente. Un estudio llevado a cabo por un grupo de paleontólogos argentinos indica que estos animales pueden haber utilizado sus dientes caninos como armas para perforar los cráneos de sus rivales.
Los tigres de la especie esmilodon populator, quienes probablemente usaban sus caninos alargados para desgarrar los puntos blandos de los cuerpos de sus presas, también pueden haber usado esos afilados dientes para apuñalar los cráneos de otros rivales dientes de sable.
El paleontólogo del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia, en Buenos Aires, Nicolás Chimento fue el líder de una investigación sobre las lesiones encontradas en el cráneo de un tigre dientes de sable infligido por otro que pudo haber estado defendiendo el territorio o luchando por un compañero.
Ya se sospechaba que los esmilodontes usaban sus enormes caninos para derribar a sus presas, tal vez arrancando la garganta de la presa. Incluso, algunos investigadores argumentaban que los dientes con forma de daga, que podían crecer hasta los 28 centímetros de largo en las especies más grandes, eran demasiado delgados y frágiles para morder el hueso sin romperse.
Sin embargo, el nuevo análisis llevado a cabo por Chimento sobre dos cráneos de la población de esmilodon, una especie de tigre dientes de sable que habitaba lo que ahora es América del Sur, refuta esa idea.
RT ScienceNews «“Smilodon canines were strong enough to penetrate bone and were formidable hunting weapons.”
https://t.co/GBpZlYE7LI«— Mr. Cauthers (@MrCauthers) June 6, 2019
Los grandes orificios de punción en la parte superior de los cráneos fósiles coinciden con el tamaño y la forma de los caninos de los dientes de sable. Lesiones similares se observan a veces en los cráneos de los gatos vivos, como leopardos, jaguares y guepardos, señalan los autores.
«Los caninos de esmilodon eran lo suficientemente fuertes como para penetrar en los huesos y eran armas de caza formidables», señaló Chimento. «Las heridas craneales probablemente se produjeron durante las peleas mientras luchaban por la territorialidad, las hembras o la comida».
Los cráneos perforados, que datan de la época del Pleistoceno tardío, fueron descubiertos en el noreste de Argentina.