La investigación científica sobre el sudario comenzó en 1898, con la sorprendente imagen capturada por el fotógrafo aficionado italiano Secondo Pia. En condiciones normales, solo el pobre desenfoque sepia de un cuerpo humano aparece en la tela. Sin embargo, cuando Pia examinó el negativo inverso de su placa fotográfica en el cuarto oscuro, descubrió la semejanza detallada de un hombre barbudo con heridas visibles en su cuerpo
Durante siete décadas, los investigadores realizaron análisis indirectos de la imagen, principalmente para determinar si había sido pintada sobre el lino o producida por contacto con un cadáver humano. No fue sino hasta 1969 que los científicos pudieron examinar el tejido directamente, con la tarea de asesorar sobre técnicas de preservación y pruebas futuras. Esto preparó el escenario para el establecimiento del proyecto STURP, liderado por Estados Unidos, al que se le concedió un acceso continuo sin precedentes, al sudario, en 1978.
Los 33 miembros del proyecto abarcaban toda una gama de disciplinas científicas, y sus credenciales incluían puestos de alto nivel en 20 instituciones de investigación importantes. Llegaron a Turín con siete toneladas de equipos y trabajaron en turnos las 24 horas del día. Sus análisis no encontraron signos de pigmentos artificiales. Según el informe del proyecto, la imagen de la sábana santa es la de una forma humana real de un hombre azotado y crucificado, más no de una obra artística.
También se descubrieron partículas de manchas de sangre, estas están compuestas de hemoglobina y también dieron un resultado positivo para la albúmina sérica. Aunque el informe admitió que ninguna combinación de «circunstancias físicas, químicas, biológicas o médicas» podría explicar adecuadamente la imagen. El equipo del proyecto STURP, concluyo que la sábana santa de Turín sigue siendo ahora, como lo ha sido en el pasado, un gran misterio.
En 1988, el vaticano autorizó la datación de carbono-14 del sudario. Pequeñas muestras de una esquina de su tejido fueron enviadas a los laboratorios de la unidad de acelerador de radiocarbono de la universidad de Oxford, la universidad de Arizona y el instituto federal suizo de tecnología. Los tres descubrieron que el material de la cubierta databa de los años 1260 a 1390, más de un milenio después de la vida y muerte del Jesús histórico.
Los laboratorios evaluaron la confiabilidad de su estimación en 95 por ciento. Las fechas coincidieron estrechamente con la primera aparición documentada de la sábana santa de Turín en 1353. Los resultados de datación de carbono 14 desde su lanzamiento hace 27 años, se han convertido en el enfoque principal de la controversia de la mortaja, con una corriente de críticos cuestionando su metodología y conclusiones.
Entre las críticas más conocidas se encuentran las publicadas en 2010 por los estadísticos Marco Riani, de la universidad de Parma en Italia, y Anthony Atkinson , de la London School of Economics. En una entrevista con la National Geographic, aseguraron que en los tres laboratorios donde realizaban las pruebas de carbono 14, coincidían con las edades de los tejidos de una antigua momia egipcia, una tumba medieval de Nubia y una vestimenta eclesiástica francesa medieval. Sin embargo, los datos de las mismas pruebas en la cubierta arrojaron resultados que diferían en más de 150 años.
Los hallazgos publicados de carbono 14 fueron los resultados extraídos de los datos combinados de los tres laboratorios. Se supuso que los datos eran «homogéneos», estimaciones de edad casi idénticas, basadas en mediciones repetidas de las muestras, cada una de las cuales se había dividido en cuatro segmentos para la prueba.
Sin embargo, cuando las computadoras analizaron las 387,072 formas de cortar las muestras, identificaron un patrón marcado de variaciones.
Marco Riani explico lo siguiente:
«La datación que provenía de una pieza en el borde superior de una muestra sin cortar, era muy diferente de la fecha que provenía de una pieza tomada del borde inferior. Nuestra investigación no prueba que la mortaja sea auténtica, ni que tenga 2.000 años de antigüedad. Pero sí pone en duda la afirmación del informe de carbono 14, de que el lino de la sábana santa de Turín es medieval”.
El laboratorio de Oxford insiste en que las conclusiones de 1988 fueron precisas y rechaza los argumentos de que las muestras de prueba tenían fallas.
Todo intento científico para replicar la sabana santa en un laboratorio ha sido en vano. Su tono preciso es único, y la penetración del color en la tela es extremadamente delgada, menos de 0.7 micrómetros, una trigésima parte del diámetro de una fibra individual en un solo hilo de lino de 200 fibras.
Paolo di Lazzaro y sus colegas de la agencia nacional de nuevas tecnologías, energía y desarrollo económico sostenible de Italia, realizaron cinco años de experimentos, utilizando láseres excimer de última generación para entrenar pequeñas ráfagas de luz ultravioleta sobre lino crudo, en un esfuerzo para simular la coloración de la imagen.
El equipo de la agencia, que publicó sus hallazgos en 2011 , estuvo muy cerca de aproximarse al tono distintivo de la imagen en unos pocos centímetros cuadrados de tela. Pero no pudieron igualar todas las características físicas y químicas de la imagen de la cubierta. Tampoco podían reproducir una figura humana completa. Según di lazzaro, la luz ultravioleta necesaria para lograrlo, excede la potencia máxima liberada por todas las fuentes de luz ultravioleta disponibles en la actualidad. Requeriría pulsos que tengan duraciones inferiores a una cuarenta billonésima de segundo, e intensidades del orden de varios miles de millones de vatios.
Para los creyentes, la tesis de radiación sugiere que una «luz divina» en la tumba, podría haber chamuscado la forma crucificada de Jesucristo en la mortaja. Fuera de las hipótesis del ámbito de la ciencia, sería un milagro. Sin embargo, un milagro no puede ser investigado por el método científico
No se sabe si el lino conocido hoy como el sudario de Turín es verdadero. La historia es más clara después de 1353, cuando un caballero francés, Geoffroy de Charny , adquirió el sudario y lo depositó en un monasterio en Lirey, Francia, a 130 millas al este de París. A principios del siglo xvi, había sido trasladado a la ciudad de Chamberí, donde fue dañado por un incendio en 1532, dejando marcas de quemaduras y manchas de agua que todavía son visibles en la tela. Su dueño para entonces era la aristocrática casa de Saboya ¿será acaso que este daño en la tela, sea lo que interfiera en obtener resultados convincentes?
En 1578, los Saboya trasladaron la mortaja a su capital, Turín. Y desde entonces ha permanecido allí, alojado en la capilla real de la catedral de san juan bautista. En 1983, fue entregado legalmente a la iglesia católica. El vaticano no ha externado una posición oficial sobre la autenticidad del sudario, aunque alienta a sus fieles a venerarlo.
Mi opinión personal:
«Yo pienso que esta tela definitivamente algo esconde, sin embargo, quizás no se haya encontrado algo mucho más revelador que respondiera definitivamente a las preguntas científicas. Siendo objetivos, son escasas las posibles evidencias de la existencia de cristo, no tomando por supuesto en cuenta la teología religiosa, no basta con este sudario, se deben estudiar otras reliquias para al final unir las piezas del rompecabezas, y solo así todo sea realmente claro ¿y tú crees que Jesús de Nazaret haya existido realmente o no lo creerás hasta que la ciencia nos lo compruebe? Por favor házmelo saber en la caja de comentarios.»
Por: Señor Misterioso
La Fabrica del misterio